miércoles, 7 de noviembre de 2007

Parece como si en verano.. las cosas son más francas

“Y como es ella?, es linda?, Es buena?, La quieres mucho?... No, no me lo digas, es mejor así y duele menos…” Canción para una esposa triste.

No, la puntería no me falla, están coqueteando. Pero como siempre me quedo callada. No quiero que él sepa que estoy celosa por una mujer tan radiante como ella. Las mujeres deben defender su territorio a capa y espada, pero en mi caso, yo soy del tipo cualquiera que tiene suerte de que un tipazo como este se halla fijado en mí. Debería estar agradecida y jamás reclamar por el bien de mi salud mental. Francamente no he logrado entender a las mujeres como ella. Debería enterarse de una buena vez que no es bienvenida en mi espacio. Pero recuerdo que la cacería empieza cuando el hombre no está nada disponible. Y yo luchando soy tan eficiente como la burocracia gubernamental. Como siempre, es un horror hacer tratos contigo. Creo que esta muy equivocado si cree que me humillaré públicamente pidiendo una explicación. No me gusta pelear por causas perdidas. No sé. Siento que este debería ser un momento más agradable. Me puse el vestido más lindo que encontré. Yo creí que me veía deseable, pero basta detenerme 5 minutos en tus facciones para saber que soy tan sosa como siempre. Ella no, ella es terriblemente atrayente. No quiero seguir viéndola. Es obsceno. Me alejo, a penas sin hacer ruido. Todo sonrisitas, luz dorada. Me escabullo entre la gente y me voy al tocador. Mi rimel se ha corrido un poco por las amenazas de mis ojos para llorar. No quisiera llorar por él. ¿Qué no debería ser una noche amena? ¿Por qué no coquetean cuando no estoy para verlos? No aguanto. Tomo mi chaqueta y me despido de mi amiga con un beso en la mejilla. “¿A donde vas?” Me pregunta con aire inocente. La miro con una nota amarga, pero fingido cansancio “A casa, no le digas a Roberto que me fui, a él le apetece estar un rato más, y la diversión jamás se niega”, me mira con su aire comprensivo perfectamente ensayado. No la culpo, hace lo que puede. Me parte en dos la última mirada. Me escabullo entre las calles oscuras. Llueve. No podía ser más poético. Si, quiero llegar a casa y darme un baño largo. Una secreta esperanza de mi novio saliendo a toda prisa para alcanzarme queda en eso… en una absurda esperanza. Sigo andando, quisiera que me atropellara un auto o que me asaltaran para hacerlo sentirse por lo menos culpable. Pero, como siempre, la suerte no sonríe a los que esperan lo peor de la vida. Ya, me interno en la noche. Se ha logrado despejar un poco y la luna se ve tan hermosa y tan mágica. Cómo me gustaría compartirla contigo… Llego, abro la puerta y toda esta en silencio. Me meto en la ducha, me pongo esos calcetines enormes de lana que son tus favoritos, mi impermeable es tan singular. La maleta esta empolvada. A estas horas no sé que rumbo tomar... sé que si voy a casa de mi madre me buscará sólo por formalidad, no quisiera eso, ya fingimos demasiado… Ya sabes… obligarte a hacer algo que ambos sabemos que esta podrido. De repente una risa histérica, casi psicópata, rompe con todas mis defensas y simplemente me tiro al piso presa del cansancio emocional. Es tan difícil cargar yo sola con estos pensamientos tan errados. La maleta azul es perfecta. Un poco de ropa. AL diablo los recuerdos. Cierro con lentitud mis bitácoras y mis pinturas de los días felices. Te escribo una nota muy sencilla que espero que entiendas por el bien mío.
“El querer nunca es suficiente. No basta para hacerme feliz. Te libero de la broma que es estar conmigo. Duerme bien. Me voy con el que quiera...
P. D. Arriba los pumas” Se que te reirás con esto último. Ojala te sientas aliviado. No quisiera causarte ningún disgusto o problema. Ah, bueno… vuelvo de nuevo a mi vida nómada. Estamos tan rotos todos los días. Me pregunto cuanto costará vivir indefinidamente en una clínica de neuróticos. Necesito ayuda profesional… o un poco de Alzheimer…ya sabes… por si me acuerdo de que te amo…

No hay comentarios: