sábado, 29 de marzo de 2008

Comunicado

Cuando me dijiste lo siguiente me sentí traicionada. Quizá es que me encuentro en un estado hormonal demasiado suceptible. Me acusaste de protagonismo. A lo mejor, después de ser un Quimico Fracasado Burdo, perderme entre lo convencional y lo absurdo me absuelve de ser la idiota que todos esperan, pero en fin, he llegado a la conclusión más clara: necesito que mis palabras sean leídas. Para mí, un balsamo que curará las heridas más profundas y las más viejas, suturandolas de sensacionalismo, porque sin ser entendidas o comentadas me siento esteril y oculta, muerta, tradicionalmente sin feretro, solo cenizas grises de un final triste y monotono. Asi me huele la vida, un sin sabor que me atañe y me aplaca diariamente, que mata mi parte creativa para inmovilizarme y suspenderme en una isla de ninguna parte, que simplemente me arrincona en el olvido más difuso y menos congratulado, porque si mis palabras son malas o no, quiero saberlo, ¡¡y ante dios!!, por un orgullo casi permisible, ser simple y llanamente participe de mis viejas glorias.

Te conte aquella anecdota porque esperaba un poco de comprensión. Pero me dejaste dría con tu insensibilidad. Ni soy García Marquez ni estoy en un supermercado. Era solo una analogía absurda que se me ocurrio en ese momento para explicar claramente un estad animico que carece de la belleza natural de la critica. Era más bien un ataque directo a mi maltrecha anatomia cultural, a lo unico cuerdo que me provoca seguir en pie y despertar cada mañana. Mis letras me hacen volar, imaginar que estoy en muchos lugares distintos, que cometo los errores comunes y me entierro en soluciones magnificas. O que simplemente soy un individuo extraordinario, más alla de lo que realmente puedo llegar a ser en la dimension en que habito. Al menos alla soy lo que quiero ser: libre.

Elecciones. Nunca he tenido muchas. Nisiquiera para superarme a mis ojos. Una existencia histerica y lineal. Una vida cargada de estres emocional y siniestras pretenciones. He dejado de ser para convertirme en un mueble inutil que se empolva...

En fin, escribo esto porque me hieres. Y sé que no te importa mi patetismo, que a estas alturas ha llegado al grado más alto, pero ya me canse de que seas tu la que lastima y yo la que se muera silenciosamente.

Hoy, ante mi propio desacuerdo, renuncio. Renuncio a que me tires, a que bailes sobre mis migajas de sal, que me vomites de ti, que me necesites y yo este y que yo te necesite y me salgas con jaladas. Eso es! Renuncio a mi sumición que idiotamente creí que era lealtad en honor a la amistad. Renuncio a eso y renuncio a todo lo que conlleva perderse en la ceguera inútil de la perfecta armonia.

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Antes de que me hubiera apasionado por cosa alguna, jugué mi corazón al azar y me gano la violencia. Nada supe de los reliquios embriagadores ni de la confidencia sentimental ni de la zozobra de amistades cobardes.

Más que enamorarme, fui siempre presa de la indiferencia a la falta del interés por mi persona.

Con todo, ambicionaba el don divino del amor ideal, que me encendiera espiritualmente, para que mi alma destellara en mi cuerpo como la llama sobre el leño que la alimenta.

A veces me pregunto que podría decirle a la gente que me quiere... a la que me ignora. Pero siempre tengo palabras para los que en un tiempo creyeon que mi inteligencia irradiaría extraordinariamente ( y a los cuales sigo decepcionando ) cual una aureola de mi juventud; los que se olvidaron de mi a penas mi planta desendió al infortunio; a lo sque al recordarme alguna vez piensen en mi fracaso y se pregunten por qué no fui lo que pude haber sido, sepan que el destino implacable me desarraigó de la prosperidad incipiente y me lanzó a las pampas, para que deambulara vagamente entre los escombros de mi vida, como los vientos y me extinguiera como aquellos sin dejar más que ruido y desolación en la caída...