miércoles, 7 de noviembre de 2007

intromision II

La búsqueda la felicidad nos ha llevado a lugares recónditos de auto conocimiento. Uno podría pensar que mas allá de padecer el insomnio de la locura que genera el no encontrarla... nos otorga un leve vestigio de siniestra terquedad. Me agradaría olvidarme de los falsos acontecimientos que siguen a mi derrota amorosa. El querer no siempre significa ser correspondido. El amor es egoísta. Pretende lo que el otro no es capaz de ofrecer: o es mayor o menor; jamás es igualitario. Nunca veremos a un ser amar de la misma manera al otro, porque la misma naturaleza del ser humano es la que complica su emoción. Así como el dolor. El dolor puede ser intenso o suave, depende siempre del estado de ánimo, la percepción del dolor, la capacidad de resistencia y la voluntad corporal que se posea para perder un poco. Siempre es importante conocer al amar. Amar es una actividad extrema, porque genera conflicto interno. El ser humano así le designa. El conflicto precede a una lucha desde el momento mismo en que se desea y añora algo. Algunos se deciden por coartadas fáciles dejando escapar al amor con la premisa "Si regresa es tuyo, si no nuca lo fue" (en mi opinión, es una opción madura que designa el proyecto evolutivo de que la correspondencia depende del otro, y es verdad); la siguiente coartada persevera en la naturaleza posesiva, el desear y el poseer lo rigen, en ella engloba el chantaje, la zozobra, los celos, el incidente que permite continuar proclive al amor o de plano zanjarlo de la existencia para siempre.

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