martes, 9 de enero de 2018

I
Regrese de la visita con el médico.  El diagnóstico no fue muy alentador.  Cerrélos ojos y pensé "no ahora... por favor, no me hagas esto, maldita sea...".
Anduve con la vista aguitada  hasta que llegue a la parada del bus.  Esta semana no podría estar peor: Las cosas con Antonio.  El trabajo una verdadera mierda,  mis  deudas que subían como la espuma y ahora con ese problema que se iba a agravar con los años.  Las cosas no podrían ponerse peor.

II
Bien.  La vida es así de capricaprichosa.  Le lanzas el reto y te asfixia con un: si pueden y van a ponerse peor.  Me quedé sin trabajo.  ¡Mierda!  Frustrada le dije cosas espantosas a Antonio y no he vuelto a saber de él en Días.  El aparato de oído me va a costar una fortuna y la hipoteca... ¿de dónde demonios voy a pagarla?
Camine al parque que está cerca de casa.  Subo al columpio y empiezo a moverme. La gente me mira porque son juegos de niños.  Yo ya no siento nada, sólo el correr del llanto y en viento en mi cara.


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