martes, 9 de enero de 2018

El sacrificio

Recuerdo mi primer pensamiento sobre Dios. En ese entonces tenía 4 años y un miedo irracional a mi madre. Ese día ella me mando por los refrescos para la comida (en ese entonces eran pepsi familiar de vidrio). Recuerdo que para todos los lugares me encantaba ir corriendo, pues tenía una necesidad absurda por el viento y por la energía, también era muy torpe. Y ese día no fue la excepción. Caí ruidosa, estrepitosa, estúpidamente. Y el vital liquido refrescante se derramo al estrellarse en el asfalto. En una bruma, puedo recordar como los vidrios se me incrustaban en las rodillas. Y llegue a casa temerosa, con las rodillas sangrando, llorando (con mocos y todo)... pensé en Dios. En el Dios del que mamá hablaba. No sé. Solo recuerdo que pedí una cosa "que mi mamá no me pegue esta vez".


Mi segundo acercamiento a Dios fue en la doctrina. Aun así me parecía algo, una idea que no era capaz de reconocer o de asimilar. Recuerdo que mi mamá me levanto temprano y fui a la estética, recuerdo mi vestido blanco y que me picaba en los hombros. Recuerdo a todos los de la doctrina a los que ni les hablaba estar igual de raros como yo. No recuerdo significativamente nada más.


Tenía 12. Busque en el diccionario Dios.

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