lunes, 18 de marzo de 2013

Celos

I Ella cerró los ojos mientras él acariciaba su hombro íntimamente. El acerco su boca y permanecieron sin tocarse, pero con los labios muy juntos, herméticos, tomándose toda la calma del mundo, compartiendo una intimidad que excluía a todos los demás. Ella acaricio su cabello y dejo que él abriera su blusa. El mostro una piel fina y pululada, propia de los calosfríos. Y yo permanecí muda. Todos estábamos ebrios, algunos casi en el ensueño de la mórbida etílica, pero yo no podía conciliar lo y los miraba de manera pervertida, con un calor corporal que nada se parece al deseo, más bien era una sensación hiriente, cortada, frustrante. Él se portaba de manera natural, se miraba en sus ojos la necesidad de ella. Y yo la odiaba. Es mi amiga, pero no pude evitar sentir esa punzada de celos. Quería levantarme y gritar. Pero me contuve. En mi hombro estaba relajado y ronroneaba en susurros otra persona. Otra. Sin embargo no podía sentirme bien. Él me había dejado y en su momento me pareció bien. Pero ahora no. No puedo aceptarlo... estoy que me carga el demonio. Me cogió de manera accidentada. No sé. Nunca desee que fuera de ese modo. Me comporte como si nada sucediera y él lo entendió de la manera equivocada: no quiere conmigo, al diablo con ella. Si... Así fue. No me sentí deseada, pero ahora me siento total y absolutamente usada. Y sigo odiándola... II La mire por medio del espejo. Con esos sutiles brillos dorados, un halo de inocencia y de ternura, una belleza sin igual, una blancura y una gracia... Y miré mi propio reflejo. Once años... un moco indefinido: morena como mi viejo, no era mujer a pesar de que se asomaban mis pechos pequeños, no era femenina a pesar de portar una coleta y una vagina, no era atractiva, olía a tierra, a sudor, a abandono. Miré mi nariz enorme, mis ojos sin gracia, mi piel pálida, mis pelos rebeldes, mi vestido de niña a pesar de ser alta... yo era un chico. Y mi madre era tan hermosa... Mi padre llegó Nos miro a ambas. Beso a mi madre apasionadamente y ella salió al cuarto de baño. Mi padre me miro. Nunca olvidare esa visión en sus ojos: una mezcla de decepción, melancolía, tristeza, enojo. Y dijo en voz todavía hiriente, carente de emoción o de ternura: " No eres... Ni serás nunca la mitad de bonita de lo que es tu mamá... ". Siguió con su discurso, pero ya no lo escuchaba. Mi cabeza se lleno de un calor irreverente, demencial, volátil. Mis ideas se pervirtieron y en ese momento me obligue a crecer, y a ser absolutamente lo contrario a lo que es mi mamá, porque había dejado de ser mi mamita... se había convertido en una competencia… y no supe en qué momento me había colocado en ese punto de partida a la carrera... Quise azotarme en la pared, gritar, meter la cabeza en el agua fría, destrozarme el rostro y cortarme los miembros... Pero... como siempre... permanecí callada mirando la ventana, olvidando como llorar o sentir. Y mi papá salió, dejando pasar el olor dulzón que mi madre suele dejar cuando viene... o va. III Le conté como perdí mi virginidad. Ella me escucho consternada. Después de largo rato ella me develo como perdió la suya. Con él hombre que quiere. "Muchas locuras por él, lo he dejado todo, mi papá me odia por eso... me ha corrido de la casa, me he echado encima a medio mundo: amigas, ex-novias de él, amigos, compañeros... pero no me importa... por él todo". La miré. No supe si con admiración o con una tremenda envidia. Yo la perdí con un desconocido en nosedonde-nosecomo-nilodisfrute-sangreunchingo. IV Temí que me viera como una ignorante. Temí también que me hiciera a un lado no solo por mi edad sino por mis ataques de celos. Soy una mujer terriblemente posesiva, pero me controlo para no parecerlo. Por ello siempre estoy como alucinada. Me hago pendeja cuando el hombre que quiero le mueve las nalgas de otra. Igual, siento horrible, pero me pongo en mi plan frívolo de mevalemadresloquetuszorrashagancontigomientrasyonovea... Entonces, ella te besa y te abraza y yo me quedo inmóvil, con mi corazón hecho pedazos. Pero me acerco sutil, mis 17 años me dan aplomo: ella tendrá treinta y tantos y será experimentada, yo tengo 17 y tengo la vida por delante (ahora sí que no me lo creo, soy una imbécil de lo peor)… Me acerco. -Qué tal… -Alejita… hola… Mira, te presento a mi novia XY4… -Ah. ¡Hola! -Linda niña… alumna tuya… -Si… esta niña tiene ingenio… Me trago mi orgullo… no solo soy una niña… sino una completa cenutria. V Yo amaba a J. Lo veía como mi salvación. Como el oasis después de una travesía penosa por el desierto. Lo veía como la culminación a mis creencias, como el sublime salvador de mi delirio. Tocarlo para mí era una locura. Mirarlo me inflamaba, me volvía puro nervio, seda, sudor, me convertía en una imbécil y le entregue mis esperanzas, mis penas, mis alegrías, mis pensamientos más secretos y penosos, le entregue mi cursilería, mi mano (¡jal!, si la hubiera pedido, ¡¡claro!!), y me beso. Me beso inesperada, siniestra, ambiguamente. Y yo era taaaaaaaaaaaaaan feliz. Pero igual. Los finales felices a Alejandra Nataly SS no le pasan. No son cosas que se asocien a su naturaleza dolorosa, impregnada de matices oscuros. Toda la gama de tinturas sombrías me invadieron y por un tiempo deje de creer y de pensar. Renuncie al amor. Y te vi. Con ella. “Se acuesta con la Flaca, pero weeeeeey, ¿¿quién no se acuesta con la flaca??”. Me vale madres quién se acueste con ella. EL se acuesta con ella. Y verlos tocarse (aaaaaahhhhhhhhhhhhhhgggthhh) y verlos mirarse (aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhggggggggggggggggttttttttttttttttttttttt)… ¡¡¡Y cómo carajos!!! Compartir las tareas, el trabajo, la cotidianidad… y se ensombrece mi espíritu. No hay día, lo juro, que no me ponga a pensar lo ridícula que soy. Pero soy una chica celosa. Si lo sabrá John Lennon. Y empiezo a creer ciertas cosas de mí. Y me sorprendo cuando toco esos puntos quisquillosos, esas pululantes y rojizas esporas, esas puntillosas ámpulas, derrota tras derrota. No soy mujer para nadie. Nadie me quiere y a nadie quiero. Me parece un trato justo. Pero los celos me hacen terriblemente humana, oscura, demencial y volátil. Y me desconozco cuando toco esos puntos. ¿Y qué hago entonces? Me tranquilizo, me trago por dentro mi lengua y mis ámpulas, sonrío fría, indiferente, y me alejo de ti, o de ti… o de ti. Para que no me lastimes. Para que no me preguntes. Lo malo es que nunca me sigues… nunca me preguntas… nunca te importo. VI ODA CURSI (AJÚAAAAA, Con fondo musical de las hermanas Núñez)… Oh mi perdición magnánima. Frio Externo, calor corporal en un grado más, Benditas ansias homicidas, Carrera con el tiempo, un tiempo imperdonable, Te alejas con la Purísima mentira, Te elevas en los vastos redentores, Me esgrimas en tu poder pendenciero, Me ahorras la fatiga de enmendarme, Quisiera hoy mismo renunciar, A todo ser, a todo cuerpo, a mi espíritu tal cual, A mi inerme conciencia alucinada, A mi espasmo, a la crítica impura, a los deseos más sublimes… No quiero desear que te desee… No deseo ansiar lo que no tengo… No quiero permanecer a la expectativa de un anhelo, A la voz de las sobras de tu afecto, Me quiebro por minutos, por inmolas, Te quiero, te quise, me rebelo, Mis notas son tristes cuando no avispan Una oda a la verdad encarecida, Mis deseos, mis alegrías, mis encantos, No bastan para quedarte Soy subalterno una felicidad que puedas otorgarme Tan terrible, tan banal, que no me corresponde, Que terrible ser farmacodependiente de tus besos, Más aún de una jugada de la química, Entretanto me abrazo a la almohada, Pensando que yo soy apenas nada. “I’m just a jealous woman…” VI Pinches hombres, ¿qué debo hacer para que me quieran? Nada... olvídenlo, me cambiare a la acera de enfrente, no por mi gusto, pero que conste lo que se pierden, ¡pendejos! Primero te cogen y luego te olvidan. Iba a hacer una lista laaaaaaaaaaaaarga… pero termine pensando que no era saludable quemar a tanto muchacho... qué tal si les pegan por rebajarse a esta fealdad. Jeje. V Lo declaro fielmente. Él es el amor de mi vida. Lo conocí por casualidad, en un día sin sentido, en una fecha que de tanto evocar he olvidado. Llegó al trabajo por mí después de cruzar gélidos y vastos territorios. Lo vi parado, frente a la esquina, con sus ojos brillantes y su sonrisa características en la cara. No mentiré. No lo ame en ese momento. Me hubiera gustado amarlo, quizá no hubiera perdido tanto el tiempo huyendo de su amor. Recuerdo que tomo mi mano mientras hablaba y yo sentía vergüenza porque literalmente él era un desconocido. Y él se veía de lo más natural. Quizá debí ser consiente se esa señal. Quizá él siempre ha sido así. Como sea, ese día tuvimos sexo. Fue un momento de intimidad tan equis. Solo sé que me quede dormida. Apuesto que quizá ni él lo recuerda. Pero desde ahí seguimos juntos. Quería verme, estar conmigo, era insistente. Jamás me había pasado eso, que un hombre quisiera estar conmigo y eso me asustaba. No sabía cómo actuar. Después de muchas cosas, por fin decidió que debía vivir sola y él sería mi huésped ocasional en lo que terminaba su estancia en México. Yo no opuse resistencia. Empezaba a amarlo más que a mí misma. Y eso ya es bastante. Lo miraba y me parecía perfecto. Era el tipo de humano que más me complacía en todo sentido: sexual, mental, espiritual… sentía que era el hombre perfecto. La felicidad no es eterna y él al fin tuvo que partir. Lo vi irse envuelta en llanto y él inmune. Me sentía tan mal, había partido con él más de lo que él podía ver: mi felicidad, el hombre que amaba por sobre todas las cosas. Y sufrí. Y llore. Me revolqué como un animal. Pero eso solo consiguió enfadarlo. Mi necesidad era conservarlo en mi memoria, que volviera a casa y me acariciara con sus besos, sus palabras, sus manos. Le amaba tanto. Meses tuvieron que pasar para volverle a ver. Mucho pasó en ese entonces y creí que por fin podría vivir sin él. Pero al volver, volvió la alegría, la droga de la felicidad y me deje envolver una vez más en ese torbellino. Dos semanas únicamente. Y yo ya estaba hecha puro nervio, pura necesidad, le amaba más que ninguna persona, viva o muerta, dadora de vida o no, religiosa y absurdamente. Pero los celos, las necesidades, la desconfianza hicieron su trabajo en esos meses. Él seguro me engaño muchas veces. Si lo había hecho conmigo, ¿Por qué no podría hacer felices a otras mujeres en el corto tiempo que me hizo a mí? Yo me sentía insegura, usada, enojada. Sentía que era la única que amaba y no tenía los argumentos necesarios para sentirme de otra manera. La relación se debilito y nos alejamos. Miles de historias alternas se tejen en este lapso, en esos cuatro años. La última vez que volvió confirme una cosa segura: lo voy a amar hasta que muera. Hasta que yo misma deje de ser lo que soy. Él ha decidido que al fin yo no soy buena para él. Él me ha dicho que no soy la persona que busca. Me ha llamado de todas las formas posibles: loca, enferma, sin autoestima, etc. Tiene razón. Ya no soy la que comenzó esta historia ni un poco. Tan es así que he dejado mis letras de lado, mi pasión por los libros, el cine, la música. Ahora, solo hablo de él y de él y de él. Nadie ha muerto de amor. Pero poco a poco deja de doler. Yo sé que un día, al igual que con J. Lo miraré desde otra perspectiva y sonreiré al recordar mis emociones y que las veré lejanas, absurdas. Mientras ese día no llegue, quizá siga divagando en un “nosotros”, en una esperanza absurda y sin sentido. NOTA IMPORTANTE ---Lo publicado aquí es de la imaginación de la autor, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia--- ---No me hago responsable de quejas y el lenguaje soez e inadecuado, tampoco de toda la amargura vertida durante la expropiación de culpas, gracias a mis 2 seguidores de blog, les quiero mil... --- Publicado por Alejandra

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