sábado, 21 de mayo de 2011

Invisibles cadenas....

No sé si ese avión que cruza el cielo, el que te lleva(si ya te fuiste hace tanto tiempo), pero para mì todos los aviones que rugen en el aire son fieras devoradoras que te tragaron, que te encierran en su vientre sin dejarte escapar, que anuncian la distancia: yo aquì oyendo a Hedwig cantar. Y tu allà, tal vez tambièn, y sin quererlo ni proponèrtelo, oyendo una canciòn de Hedwig, con su maravillosa noción de la homocripta.
Nunca hablamos de eso, de si algún otro te gustaba. Entre tantas palabras de amor, tantos adioses, tantos desencuentros y tanta despedida, no tuvimos tiempo de hacer nombres, de ponerle mùsica a lo nuestro, de leer a cuatro ojos las pàginas de un libro.
Y aquì estoy yo, dejada de tu mano, con una direcciòn para escribirte, pero ningùn indicio para imaginar tus acciones, tus pasos en cada hora del dìa. Tus horas de allà, aquí son diferentes porque permanecemos en distintas latitudes, en mi verano es tu invierno de alla arriba, tu sobretodo gris, tu risa de muchacho, tu nostalgia, quizàs tambièn una nota trayèndote a estas calles que nos son familiares y nos pertenecen por el solo hecho de haber caminado por ellas, de habernos salpicado con sus charcos los dìas de lluvia.
Otros tienen de ti lo que me falta: tu enjuto cuerpo, los ademanes de tus manos nerviosas, los gestos de tu cara, la honda arruga de tu desconcierto, los dientes en primer plano de tu sonrisa.
Otros tienen de ti lo que me falta: el olor de tu aliento, las bocanadas de aire con respuestas y preguntas lanzadas lentamente al aire, tu palabra de voz ligeramente hùmeda.
Les hablas en un idioma que conozco en forma elemental y cuyo significado más que entender, adivino, en las letras de las canciones que te dedico, llenas de melancolía (si, como todas esas veces que me dices que no entiendo...), de silencioso llanto en la noche por la que los aviones pasan llevàndote, todos los aviones te llevan y te llevan y te alejan hacia norte de todas las distancias.
Quisiera poder entibiar con el calor de mis manos el hueco que dejaste, pero para ello tendrìa que abrirme el pecho.
Ya ves, ni siquiera puedo tocarte.
Te aparecès de pronto dentro de mì, un instante nomàs, luego te escapas, huyes, flotas por largos kilòmetros hacia otro paìs, y me dejàs toda la soledad para mì sola.
Es demasiado soledad la que me dejàs.
Demasiado silencio.
Demasiado llanto.
Demasiada ansiedad.
Todo te lo llevaste.
Pensabas que era mejor asì: no atarte con promesas, no pronunciar palabras que te comprometieran a quererme en la distancia.
Dijiste que no querìas dejarme atada, pero la verdad es que no querìas quedarte atado a mì.
- Tendremos que estar mucho tiempo separados. Un año, dos ... quizàs màs ...
- No me interesa el tiempo, yo te quiero.
- Es tonto prometernos cosas que tal vez no podamos cumplir ... prefiero despedirme como si fuera una despedida comùn, de cualquier dìa. Y reunirnos a mi regreso, como si tal cosa, si es que aùn queda algo de lo nuestro en nosotros.
- Eso es cruel.
- No, no es cruel, es generoso. Lo egoìsta es dejar de vivir lo que la vida pueda acercarte, acercarme.
- Pero si yo te dejo libre ..., sòlo te pido que si me quieres, me quieras y me lo hagas saber.
- Ah ..., què finas cadenas invisibles y fuertes son las que llamas libertad, què finas cadenas, finas e irrompibles son esas con que quieres asfixiarme. Dejemos todo asì. Que sea el tiempo el que cure, el que mate, el que mantenga encendida la llama o la vaya apagando poco a poco.
Aplastaste mis ilusiones esa vez, debí verlo, debí saber.
Dijiste Adios. Alla no dices Adios, dices "Bye"
Tal vez tambièn dices palabras de amor allà.
Tal vez no. Tal vez las guardes para mì y las traigas de regreso el dìa menos pensado, a cualquier hora, llegando en un avión cuyo rugido en el aire de esta tierra me parezca distinto..., y en vez de ser el avión que te lleva constantemente, todos los dìas, todas las tardes, todas las noches, todas las veces que levanto mis ojos para verlo cruzar el aire ..., sea el avión que te traiga y te deje a mi lado para siempre. Y ya no temas mis invisibles cadenas, ni mi visible amor, ni mi visible emociòn, ni mi visible llanto.

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