miércoles, 3 de diciembre de 2025

 Hoy tuve un ataque de pánico. Se apoderó de mi una desesperación sofocante.  Cerre los ojos mientras mis piernas seguían caminando... 

Lloré.  Las lagrimas se deslizaban por mis mejillas a tal punto de era la unica manera de regular las emociones contenidas.  Ni siquiera soy capaz de interpretar el porqué sucedio.  Solo me tomo del cuello y lo sentí como una cuerda invisible.

I

Tengo 40.  Miré el celular esperando un mensaje tuyo.  Han pasado casi 3 semanas.  De repente llego "¿Tienes tiempo hoy a las 2:00?".  ¿tiempo?... Tengo 40... ¿Por qué juegas conmigo?

Es la segunda vez que me sucede esto.  La primera vez fue con Antonio.  Pero lo mismo, el mismo modus operandi.  Desaparecer, horas, días, meses... y de repente, un tintilante mensaje.  "quiero verte"...

Es como si me pusiera en una vitrina.  Me quedo inmovil hasta que un mensaje me devuelve la vida. Recuerdo todavía que me terminaste por telefono.  Hoy es una persona diferente, pero son las mismas formas.

"Creo que es mejor dejarlo así".  No hay mucha resistencia de tu parte.  Solo un "si quisiera coincidir.  Perdón por no escribir antes".  Y yo tratando de ser comprensiva cuando por dentro me muero de ansias "no te preocupes.  Así eres.  Ya no me busques".  Y así fue.  Dejaste de buscarme.


II

Tengo 40.  Me miro al espejo y es espantosa la imagen que me devuelve.  Una mujer obesa, sin chiste, mi piel (antes lozana y maravillosa) hoy se siente diferente, el parpado empotrado, las canas, las arrugas en la boca, ¡Canas en las cejas!... Nunca me había dando cuenta de lo linda que había sido hasta ahora.  Cada día siento que me hundo más. Y luego esa sofocante sensación viene de nuevo...

 I

Tenías razón.  Habemos personas sin un objetivo en la vida.  Habemos personas que solo somos carne de composta, sin un propósito.  Nacemos para ser una cifra más. Un número para el sistema.


II.

Después de un acostón urgente, surge esa necesidad de conexión.  Tenía tiempo que no tenía esa intimidad con un hombre y Daniel me conoce.  Siempre llega con un detalle: un chocolate, una menta.  Y lo que nunca sucede: paga la habitación completa.  Yo realmente no le ofrezco nada.  Pero él me da eso.  Poco de su tiempo.  De repente me da cierta culpa.  Es casado, tiene hijos.  Pero me permite poseerlo, tener su cuerpo, su tiempo, satisfacer esa urgencia carnal.  Lo beso como una posesa, con prisa, como si lo amara.  Después me mete prisa, tiene que irse.  Caminamos juntos, hablamos mientras llegamos al metro.  Y se cruza, mientras le mando un beso.  Tomo el tren y me desaparezco entre la gente mientras él se va en el polo opuesto.  Me gusta.  Me gusta su forma respetuosa conmigo.  Sé que no esta bien.  Pero hoy en día ya no me importa mucho nadie más.  Y así nos despedimos.  Hasta la próxima que surja un mensaje urgente y vernos de manera apresurada.  Eso me cae un poco bien.


III

Me mantuve quieta.  Miré su espalda.  Amo mirar las espaldas de mis amantes.  Aunque sé que se voltean porque ronco muchisimo.  Ese pensamiento me averguenza.  Pero sus espaldas siempre me gustan.  Y me pierdo.  Hay días que quiero besarlas hasta el cansancio.  Otras... no hay suficiente tiempo.


IV

Recibí el mensaje mientras cruzaba por mi pensamiento esa persona.  Tenía meses de no saber de él.  Supe que tenía una novia y así como apareció en mi cama, desaparecio de la misma manera.  Ghosting ahora le llaman.  Yo tampoco lo busque.  Vi un video en su facebook con la canción de Benson Boone "Beautiful things" mientras besaba a esa chica en  un lugar en el que previamente nos habíamos besado por primera vez.  No lo negaré, me dio en el ego como una patada en el estomago.   Morbosamente vi ese video 4 veces, hasta que desaparecio de la historia e hizo privado su perfil.  Tenía razón. Yo no tenía acceso a su intimidad más que a su sexo dentro de mi.  No dije nada.  Solo tenía ese mutismo con el que me quedo después de muchas preguntas.  Pero ya estoy tan acostumbrada a eso de mi forma de relacionarme tan fugaz que aunque me duela, ya asumí como un riesgo aceptado.  Pero su mensaje honestamente me levanto el ego.  Fuimos a desayunar.  Me miro sin interes.  Estaba abatido.  Sin rodeos me comento que acababa de terminar una relación y que su negocio no estaba funcionando.  Tenía meses viviendo cerca de mi casa, pero era evidente que con otra y por tanto no había manera de que yo debiera saber eso.  Lo mire, le inste a que subiera su ánimo.  Nada parecía animarlo.  Le arrancaba las palabras en ese desayuno tan trivial.  Es lógico que me veo mucho mayor que él. Tiene 24, yo 42.  Es lógico que incluso pensarán que soy su tia.  Dividimos la cuenta, después de esa comida tan sosa y la charla igual.  Yo ya me quería ir.  Pago cada quien por su parte.  Nos despedimos con una mirada y cada quién se enfilo. Yo no voltee la cabeza.  Muchos días después me escribio "disculpame que estuve tan raro, no me sentía bien" le dije "no te preocupes.  Animo".  y ya.  Fue decepcionante.  Pensé que tendríamos sexo.  Pero ni eso. El sexo era bueno.  Pero creo que yo he perdido ritmo, no soy deseable.  No es para tirarme al piso, es solo una expresión de una realidad tangible.  Cerre los ojos.  Pensé en otro chico y Voilá! Mensaje.  Con ese no me contuve, hubo un reclamo de mi parte.  Me bloqueo.  Estoy un poco harta que solo me busquen para sentirse mejor.  Soy ese trozo de papel de baño que usan para limpiarse el miembro después de follar.  Y termino en la basura, hasta que me necesitan de nuevo.  Y nunca digo que no.  Eso es patetico de mi parte, ¿no?

Camina sigilosa, cansada, cerril.  Le cuesta centrarse en el objetivo.  Poco falta.  Los pies destrozados, se quita los zapatos para poder andar, pero después de un rato, llegar al manantial y saciar su sed.
Pero no era más que un espejismo.  Una ilusión esquizoide.  Abre los ojos.  No se ha movido de su lugar.   El desierto se mira a la distancia languido, oneroso, desquiciante.  No hay manera de salir.  Y esta tan agotada para moverse.  Los labios secos, la insolación....  La muerte.
Henos aquí de nuevo.  Tratando de buscar un refugio digital.  Recuerdo que cuando inicie el proyecto de las letras tenía tanto por decir, pero no encontraba las palabras, ni sentía tener la experiencia para poder decir algo que fuera contundente y poderoso. Sin embargo las ideas eran algo que se deslizaban con facilidad por mis dedos.  Recuerdo esa sensación.  Me sentía una escritora emocional, con la candidez de la juventud, con la vejez de las heridas en la falta de amor propio.
Pensé que cuando llegara a la edad que hoy tengo tendría muchas cosas y mejores que decir, pero no puedo aportar absolutamente nada.  Me siento sumamente agotada.  Totalmente cansada de existir.  Me siento una larva esperando eclosionar o de plano morir.  
Leí una frase que me gustó, me sentí sumamente identificada.  Fue una frase simple pero en mi resonó bastante.  "Si mi destino es estar sola, quítame las ganas de sentirme amada".  No es hablar de una discapacidad para relacionarme con los demás.  He notado que últimamente la gente ya me mira con lástima. Yo misma relamo mis heridas sin ninguna pretensión.  Lo hago silenciosamente.  

No tengo palabras.  me faltan.