martes, 19 de mayo de 2009

Excusas... baratas y redentoras excusas...

La tristeza es una cosa incomoda. A veces incluso estorba. Me recuerda mucho a mi parte que desdeñaba los momentos vulnerables. No tenía idea de lo mucho que lo iba a extrañar.
Perdí mis escritos. Esto de la tecnología ha superado mis expectativas pero no mis constantes olvidos: perdí mi memoria con cerca de 700 páginas, jah, y sin respaldo. ¿Que terrible, no? Para mi eso fue más perverso que perder mi diario, o alguna pintura valiosa: fue perder mi vida entera. Cosas que no le confesaba a nadie antes. Ideas que fluían con la facilidad de una agûila al aire. Hoy alguien tal vez la encuentre, y no solo eso, las borre para obtener sus respectivas 4 gigas de capacidad. Como si eso no fuera tan terrible, recibo un ultimatum de una persona muy especial en mi vida, deje mi empleo, no tengo dinero, ni expectativas... y me entero que murio Benedetti. Siempre supe que morirìa, pero no queria estar ahi cuando pasara. Me enseño mucho. Es parte de mi misma.. y si el muere, algo de mi se fue con él.
Hoy me abandono en la depresión, en el pensamiento egoista de que el mundo puede seguir su andanza sin la pregunta de que hago o que hare. Siempre pensando en cosas sin sentido, aglutinandome de ideas oscuras mientras me hundo en la mediocridad y el despilfarro. Pienso en sexo, en drogas, en una vida magnifica sin peros o estolas, pienso en la constante y rapida elemental sensaciòn de que uno puede proveerse y desalentarse de cosas insignificantes. Y sigo pensando que no le soy para nada al mundo indispensable. Nadie lo es.

Y el me pregunta "que soy en tu vida?". Nisiquiera pude responderle de un modo adecuado. Nisiquiera sè yo que soy en mi propia vida. Eso ya esta de màs. No? Pero en si. Que monotona es la vida de algunos, que incapaz, que reacia, que absurda y soez. Por màs que quisiera dejar de ser yo misma, transformarme en una persona corriente, me revelo. Mi naturaleza no es tan cauta, es agresiva, es incongruente hasta en sus propios limites, siempre a la espera de encontrar un nuevo agujero nuevo, una gota que colme el vaso, una terrible dolencia. Eso es.

Los trozos, los derrumbes, la espera ineficaz, la intolerancia, el asco, la nausea, todo se conjuga. Y me colma de una amargura nunca antes vista, irrelevante, carente de un sentido propio. Me inunda de una decepcionante caputura y hastìo. Pero entonces surge una especie de esperanza, de irreconciliable alegria que permite que otros momentos afloren: levantarse tarde sintiendose cansado, a punto de morir, sin querer despertar, con un derrame entre las flores y los encinos. He ahi mi vida al tope. Al hilo. Mientras te escucho, mientras te huelo, mientras no puedo hacer nada para curarnos mutuamente. He ahi mi peor derrota: la màs maldita, la màs triste.

Nuestra borrachera fue triste. Yo ya traia a cuestas esta depresiòn macabra. Tu traias algo màsque tu sonrisa y ganas de bailar. Que sè yo. Soy mala interpretando a la gente. Creo que es lo que me hace falta. Un sentido màs agudo para aprender a leer los sentimientos de la gente. Somos ciudades derrumbadas. Cada bala, el armamento, los tanques han dado en el blanco. Nos han derrotado y la gente que habitaba nuestro interior ha huido.

Lo pero de mi es necesitar incentivos para quitar mi dolor. Mi asqueroso dolor. Siempre agudo, siempre tremendo, me toma del cuello, me arrastra a laberintos de mi ser hasta antes deconocidos, me pervierte el espiritu y me congoja. Esto es lo que soy yo. Una borracha maniacodepresiva. Buscando que me amen, pero sin la disposicion para hacerlo.

Mi empleo era una mierda. O mas bien yo soy una mierda y no merezco aplazar y jugar con la vida de los demàs. Soy una persona incompetente. Y es lo demuestra el hecho de que nadie extrañe mis andanzas.

Mala amiga, mala novia, mala amante, mala confidente, mala persona, incluso mala mujer. Soy ineficiente en cualquier aspecto. Tengo todos los defectos del mundo. Como confesarme frente a extraños, involucrarme en sus problemas antes de pensar en los mios, usar el oxigeno de otros. Eso ya en si es injustificable. A veces me dan ganas de morir. En serio. Pero la cobardia se entrevera y ya no tengo tantas guguarinas.

Redundeo.. redundeo... soy fatal...

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