miércoles, 13 de febrero de 2008

La terrible verdad

Corren los años angustiantes,
pretendo encontrar la solicita pero jamás madura
inmacula hacia el deseo humano:
te permito mis ojos, mis piernas, mi vida,
te altero los sentidos partiendome el espiritu
entre lo inalcanzable y lo sublime,
permanezco intacta, doliente, sumisa,
complicada percepción que te conmueve.

Las horas palpitan
mi cerebro evoca imagenes turgentes e insatisfechas
roban la calma al cielo poniendose morado,
las fechas, los tirabuzones, el clima,
todo compete en hacerte hermoso y platonico,
hemisferios terribles que convergen en la curva
horrores que manifiesta el temor hacia tu encanto.

Son siniestras las penas,
las lágrimas despechadas,
la sensibilidad por tocar tus partes más sensibles,
de perderme en tus anhelos
de pertenecerte por doquier
en la particula mas recondita anidar como una araña.

Pinturas, relieves, formas, tamaños, contrastes,
la vida me pario en un sinfin de conflictos,
pecar, soñar, beber del cantaro de la sanación
trascender hacia el espiritu, vivir,
esas cosas que hacen de tu cara una experiencia
entre el milagro y la perversión.

Sacudeme el tiempo,
escribeme a horas imprecisas,
tenme en tu memoria,
vacila tu vestimenta,
adquiere nuevos hábitos,
murmura al tallo de la hoja,
a los olores del café.
sucumbe a lo mordaz e indescriptible,
cree en mi y yo
sin pena ajena
volvere a ti cuando te vayas.

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