domingo, 7 de marzo de 2010

sico-vil

Bacalao

Esto es lo que todos ustedes estaban esperando, desesperados lectores. Han sido testigos del espeluznante catálogo de calamidades y ahora quieren asistir a algún tipo de acción. Quieren ver a la vieja y heroica Alejandra estrangulando a sus torturadores. Quisieran llegar a esa parte donde se dicen las verdades y los culpables son por fin castigados. Todo ello llegará, lo prometo. La marea de la buena suerte está empezando a subir...

El imperio de las luces

Sabía que no debía casarme con XYJRTUIZJLKAUW (??), por supuesto. El estaba mal de la cabeza. Me fijaba en él cuando salíamos a cenar, cuando se tragaba todas esas pastillas sin dejar de ensimismarse, aferrandose a cualquier silencio incomodo. Yo amaba su autoconfianza. Pero me daban ganas de protegerlo, pero también me sentía culpable... porque lo que yo había planeado podría precipitarlo al abismo para siempre. Entonces decidí que sólo llevaría adelante el plan si él accedía de buena gana.

Invitación a un baile de disfraces.

Primer descubrimiento:

"No existe la demencia. Sino sólo la determinación de obrar demencialmente". Al que dijo eso deberian haberlo encerrado, porque se equivoca. A veces obedecemos a nuestros impulsos no porque sepamos que estan bien sino porque sino lo hicieramos estariamos traicionando nuestros deseos más genuinos.

Ver lo que esta a la luz no tiene misterio...

El mundo esta.. loco loco loco...

Obligada escena de sexo...
Y el tema del sexo! uh... no, no, mejor nome distraigo demi objetivo. Total. El vino de tu olvido sabra amargo sino lo bebo frio.

nada. No quiero sentir nada. Al carajo...

1 comentario:

Alejandro Ladrón de Guevara dijo...

Puedo decir en principio que la indecisión es evidencia de la admiración por la confianza, y por supuesto que la determinación termina por ser autodeterminación o de ninguna forma es válida, luego entonces no hay excusa para lo enfermo o digamos insano de nuestros actos y que cada uno de ellos debe ser vivido y explotado al máximo hasta recorrer desde el bello nasal al púbico para darnos cuenta de que lo imprtante es esa sensación de vívida carne y de locura insesante que no ha de llevar al fin último, la perfección humana... o no?