miércoles, 5 de agosto de 2009

Monologo sumiso...

...Los que un tiempo creyeron que mi inteligencia irradiaria extraordinariamente, cual una aureola de mi juventud; los que se olvidaron de mi apenas mi planta descendio al infortunio; los que al recordarme alguna vez piensen en mi fracaso y se pregunten por qué no fui lo que pude haber sido, sepan que el destino implacable me desarraigo de la prosperidad incipiente y me lanzó a las pampas, para que ambulara vagabunda, como los vientos, y me extinguiera como ellos sin dejar más que ruido y desolación...
Antes de que me hubiera apasionado por cosa alguna, jugué mi corazón al azar y me gano la violencia. Nada supe de los deliquios embriagadores ni de la confidencia sentimental ni de la zozobra de las miradas cobardes. Más que enamorada, fui siempre dominante, cuyos labios no conocieron la suplica. Con todo, ambicionaba el don divino del amor ideal, que me encendiera espiritualmente, para que mi alma destellara en mi cuerpo como la llama sobre el leño que la alimenta. En vano mis brazos-tediosos de libertad-se tendieron sin nada a hombres. Y me vi presa de una inconfundible soledad. Y entonces me perfore los ojos, anduve de cama en cama, divise y busque mis despojos en cada uno de esos ensueños. Pero nada me devolvian. Todo me es arrebatado de manera significante. Y entonces me reproche cada uno de ellos..
Sus nombre siempre buscaban una jota... Ja... Ju... Ju...
Y entonces mis sueños evocan cada instante en que jure estar enamorada de cada uno de ellos. Y nada. Nada pasa. Mi vida se estropea, y se alimenta de la nada. Admito que no es una existencia mordaz o adecuada, pero asi he logrado permanecer inmovil, presa de una terrible tristeza, de una doliente sensación de cansancio.
Mi sensiblilidad nerviosa ha pasado por grandes crisis, en que la razón trata de divorciarse del cerebro. A pesar de mi exuberancia física, mi mal de pensar, que ha sido crónico, logra debilitarse de continuo, pues ni durante el sueño quedo libre de la visión imaginativa. Fecuentemente las impresiones logran su máxima potencia en mi excitabilidad, pero una impresion suele degenerar en la contraria a los pocos minutos de recibida. Y me enjaula, me arrastra a una incompetencia y a un escalofrío vulgar y reverso. Así, con la música, recorro la gama del entusiasmo para descender luego a las más refinadas melancolías; de la colera paso a la transigencia y luego, sin más, me abandono a la mansedumbre y después descanso en la prudencia y me abalanzo a los arrebatos de la insensatez. En el fondo de mi ánimo acontece lo que en las bahías: las mareas suben y bajan con intermitencia. Y me toman de idiota, y se abalanza en mi cabeza un revolver de sonoras carcajadas. Me siento terrible.

Mi organismo repudia los excitantes alcoholicos, aunque saben llevar el marasmo a las penas. Las muchas veces que me embriague lo hice por ociosidad o por enfermedad del ser; para matar el tedio o para conocer la sensación tiranica que bestializa a los bebedores. Siempre acompañada de mi cuerpo y de mi mente, sin dejar de abandonar a lo {ultimo para averiguar si las cosas pueden ser superfluas o aminoradas por la nausea.
En tanto continúa el silencio de las melancolicas soledades, y en espiritu penetra una sensación de infinito azoro que fluye de las constelaciones cercanas.
Y otra vez vuelve el recuerdo. Con la hora desvanecida se hunde irremediablemente la mitad de mi espiritu, debería iniciar una nueva vida, distinta a la anterior, comprometiendo el restro de mi juventud y hasta la razon de mis ilusiones, porque cuando reflorecieran ya no habtr{ia quizas a quien ofrendarlas o dioses desconocidos ocuparian el altar a que fueron destinados. Mi caracter apasi0nado se ha marchitado, mi timidez triunda a ratos sobre la decisión que imponen las cosas irreparables. Doliente a veces de no haber tomado veneno y terminar con esta tortura.

1 comentario:

Amalkaviana dijo...

¿Quiere una o dos botellas de Prozac?...

No mame.

Vaya al cine, a un café, lea un buen libro, coma su comida favorita...