No teníamos nada en común. Un hombre inculto, un ave libre, drogadicto, amante de los Raves y de la fiesta. Me llamo "linda". Sus fotos eran de un hombre lleno de tatuajes, pero me atrapó su rostro, sus ojos, su piel.
Ese día salimos, me tomo en sus brazos, me miraba con deseo. Y quería sentirme deseada, por supuesto. Tomaba mi cintura, me hablaba mirandome los labios, con los ojos ya me estaba besando y me sentí envuelta en ese huracán. Desde el primer momento tomo mi mano, con firmeza, como quien toma el control de las cosas. Hacía tiempo que no me perdía en esa sensación de dejar que alguien más tomara el control. La defensa estaban abajo...
Me compro una cerveza, irónicamente no bebe. Me miraba mientras lo hacía y después de un rato empezó a besarme. Y besaba delicioso, sus labios eran ansiosos, ardientes, me deleitaba de su deseo. Caminamos por el zócalo de la ciudad, la noche estaba ahí para cobijarnos mientras tomaba mi mano. Pensé en Alejandro porque sólo con él había estado tan noche en esa explanada. Luego lo mire. Son totalmente opuestos. Seguimos caminando y me llevo a un lugar donde tocaban música mientras fumaba marihuana. Yo lo observaba mientras tenía un éxtasis con la música. Y lo mire con otros ojos. Me gustaba... Me atraía como la palomilla al fuego. Me consumía mirarlo, ser parte de el. Tomo mi mano nuevamente y me preguntó si me quería quedar con él esa noche. Acepté. Tomamos una taxi apresurados, nos llevó a un sitio privado y pague el hotel. Subimos y mientras hablaba encendía su pipa nuevamente. El olor invadía el ambiente y yo comencé a quitarme la ropa. Mire sus tatuajes. Me atemorizan y a la vez me atraían como fuego avasallador. El sexo fue urgente, desenfrenado, consumía y se encendía. Me besaba como un poseso, me decía que sería suya, que provocaría que no pudiera vivir sin el. Así me sentía. Me deje consumir, era una cuerda se guitarra... Era puro nervio, solo sentía, ya no pensaba...
Me hizo suya tantas veces, unas era tierno, conyugal, amoroso, otras salvaje, desinhibido, confuso, ardiente... No dormimos nada esa noche, ni parte de la madrugada, era una hoguera inconsumible, incandescente y volátil.
Nos bañamos juntos, hubo más deseo, nada lo calmaba. Y lo mire, me tenía. Ya era suya.
II.
"Quiero verte". Me escribía, quería saber de mi, estar contigo. Yo estaba abrumada. Intente alejarme, pero me atraía y nos volvimos a ver. Está vez nos fuimos directo a consumirnos. Esta vez fue salvaje, agresivo, demencial. El sexo fue duro y oscuro, los besos eran demandantes. Me consumí de nuevo. "Eres mía". Lo soy.
III.
Mi cumpleaños está cerca, no sé de él. Coloca una publicación y como posesa le sigo la pista, hambrienta, añorante, stalker. Y una mujer se hace presente. Quien busca encuentra. Un día antes de mi cumpleaños está con ella. Se toman de la mano, le dice que la ama. No negare que me sentí traicionada. Mis lágrimas rodaron como hacia mucho no había pasado. Los mire. Se mimetizaban en la foto. Ella estaba presente en varios aspectos de su vida, tenían todo en común. Me pregunte ¿Que soy?
IV
El mutismo continúa. Mi cumpleaños pasa y todo ha Sido muy gris. Nadie recordó la fecha. Solo mi amada familia. Ahi estaba, herida, sintiéndome vieja y gris a lado de esa veinteañera. Tengo 37 años ¿Que ventajas tienes ante sus 22 y su belleza? Esas batallas no se ganan así. Me aleje, me escude en mi dolor. Y de repente sus mensajes para preguntar porque no le hablo. Y de nuevo soy cera en sus manos. Nuevamente lo veo, pero ya no me desea. Nisiquiera tuvimos sexo. Tuvo una noche difícil de mal viaje. Tuvimos que una mala noche mientras lloraba como un bebé. Me sentía miserable. Al otro día me fui, derrotada. Me llamo por la tarde. Quedamos de vernos de nuevo y fue la misma triste historia. Solo que en esa ocasión si se vino dentro de mi.
V.
No he sabido de él en un buen rato. Me pidió vernos. Me besó otra vez como un poseso. Y me rendí de nuevo. Llegamos al hotel y se puso a fumar. Mire su cuerpo, sus tatuajes, le pedí que me dejara hacerle un masaje. Toque su cuerpo, su piel, sentí con el alma cada centímetro. Lo bese, lo lami, mis manos se deleitaban. Al poco rato se quedó dormido y no despertó hasta el otro día.
V.
Nuevamente subió fotos. Ella estaba ahí , veladamente. Soy demasiado masoquista. No es mío, pero lo quiero. No me habla, no me busca, no sé de él. No puedo darme el lujo de reclamar o estar fuera de mi. Son batallas que no puedo lidiar. No tengo elementos para defenderme. Cierro la puerta, lamo mis heridas.
No me ha bajado el periodo. Quizá su promesa de "te haré un hijo para atarte" sigue en mi mente y tengo algo sicológico. Mañana en la madrugada me haré la prueba y procederé con lo pertinente. Y a seguir en este tortuoso camino incierto que me enfila a los 40 en un mundo que entiendo cada vez menos...
.