lunes, 4 de julio de 2011

Pendulo

Dicen los entendidos del buen juicio que el sumergirse en un mar de cuestionamientos sin hallarles solución es más o menos como perderse en una bocanada de humo gris. Por el afan y la adicción a la salud mental, dicen lo que entienden de estas cosas, que hay que dominar a los fantasmas interiores y evocar el arsenal minimalista. Lo comprendí tarde. las lecciones no las aprendes a la primera y eso es verdad.

Fernando me mira con melancolía. Sabe lo que pienso, sabe que lo que escribo es por él. Sus notas sonaban tristes el día que las subio a su space. No sé como logra ese efecto tan embriagante. Recuerdo con claridad esa noche bohemia. Tu hermana parecía una loca mientras aullaba esas notas singulares. Tu nada más te reías. No sé si te reías de ella o de mí. Somos tan parecidas. Ella es de agosto como yo, tu eres de octubre como mi hermano. Pensaba mucho en eso de las fechas, no sé porque. Decías que era una afición muy singular. A mi me sonaba más a basura mental. él es del 23, tu del 25. Ella es del 13, yo del 11. Qué singular sentido del tiempo. Eres el menor y ella te odia. O igual te ama, pero es incapaz de demostrartelo. Recuerdo que hizo un comentario hiriente mientras tomaba tu mano cuando sostenías la palanca de velocidades. Decía que tu lepra terminaría por contagiarseme. Yo mire tus manos despellejandose y me parecieron grandes y bonitas. Ella decía que todo lo que tocas lo destruyes. Y solo entrecerre los ojos y te mire por el retrovisor. Seguiamos en silencio hasta llegar al Oxxo y ella pidio bajarse para comprar vodka. Mi favorito, pense, pero no se lo dije en voz alta. Tu me miraste y seguias sonriendo. El tono de tu mirada era solemne, me pedias disculpas por la enferma de tu hermana. Me reí. Tu prima también, porque miraba nuestros ojos cruzarse todas las veces. Decía que nos veiamos bien juntos. Y yo me reí. Era la milesima vez que volviamos, después de esa milesima vez menos uno que me habías mandado al carajo. La novedad era esa, que siempre regresabamos. Era como una necedad. Siempre lo supe, que acabaría estando contigo a pesar de los pronosticos y el clima. Recuerdo que tenía el cabello suelto y despeinado. Llovía muy fuerte y tenía frio. Tu hermana entro de nuevo al coche y solo traía un sueter tejido donde se adivinaba su diminuto sostén. Era una zorra velada. Solto una carcajada mientras fumaba un marlboro. Tu nunca fumabas frente a mi, a pesar de que eras adicto. Ella te ofrecío uno y dijiste que después. Solto una carcajada diciendo que te mostraras como eres, que no valía la pena fingirse domado. Me reí. En realidad lo hacías por consideración, ya que sabías que deje el cigarro hace tiempo. Fuimos a tu casa y me enseñaste un recopilado de música intenso. Parecía que durante siglos hubieras internado tu alma a los designios musicofilos. Temí comentar algo, ya que no conocía ni un 10 % de la música que ahi se encontraba. Reconocí entre los escombros a Travis, a Moloko y a Portis... Había más, pero si hago memoria es posible que la cague. Me gustaba mirarte. Eres tan antagonico. Sonreí. Te extrañe. No fue instantaneo, porque tu medicación no te lo permite, pero lograste emitir una mueca y tus ojos aguados describian algo asi como una emoción similar a la mía. Nos abrazamos como aquella primera vez. Largo, sinuoso, compañerismo puro. Dijiste "ya no más". Y me alejaste de ti. Senti el rechazo, era justo. Siempre es justo. Meti las manos a la bolsa y te entregue la carta que te quería dar desde hace años. En ella te pido mil disculpas. Por ser quien soy, por ser tan torpe, tan volátil, tan pendeja. El día de hoy omiti mis traumas y mis chorromil problemas, te hable de él. Solo miraste mi carta. Otra vez esa mueca en tus ojos aguados. la rompiste y me la devolviste sin leer. Tienes razón, yo lo sé. "Ya me voy". Ajám. Abres abro la puerta y te sumerges en las notas de tu guitarra. Escucho tu voz mientras me alejo. Ella me mira mientras salgo. Ya no hay risa en ella o alguna emoción que yo halla mirado antes. Me siento en un reflejo tan sombrio. Le sonrío. "cuidalo, ¿va?". Ajám. Me alejo de tu vida, como siempre. Espero no volver a molestarte en otros dos o tres años, Fer.