jueves, 26 de noviembre de 2009

Cierra los ojos... y desnudame el ser...


Ya van tres veces que lo veo. Siempre es la misma sensación. Hoy paso justo delante de mí. Cómo siempre, es un romantico incorregible. Lo vi con su mujer, muy fea, pero de aspecto tierno. Y como siempre, me quedo cautivada. Me sudan las manos, mi respiración se vuelve irregular, y su rostro paso casi junto al mío. Yo sé que no me ve. Es ciego. Pero creo que me enamore de él desde que yo pose mis ojos en él. Es tan tierno, tan modesto, toma de la mano con tanto cariño a su novia (o esposa, me importa un pito) y... mirarlo... es tan hermoso y desgarbado... todo lo que un hombre pierde al crecer: candidez. Y yo lo miro como una adolescente... Me gusta tanto. Hoy paso tan cerca de mi que tuve que controlar el impulso de tomarlo entre las manos del rostro y plantarle un beso.. largo... En verdad me gusta el ciego del metro, revivi esa vieja emoción de enamoramiento sencillo que juré haber perdido a lo largo de los años...

Una sensación muy complicada... pero igualmente agradable.

Pense en cuanto me gustaría navegar en su alma.

Qué tanto ha de ocultar su ser..

en cuanto laberintos podría una mujer perderse dentro de él...


Cómo eres capaz de imaginar los colores...?

En que sueñas?

Seras conciente de tu hermosa sonrisa?

...

me enamoras....

domingo, 22 de noviembre de 2009

कंदों से में दा पोर पेंसर पेंदेजदास...

कंदों से में दा पोर पेंसर पेंदेजदास...

Mientras saboreaba tus labios imantados,
mientras era seducida por tus vacilaciones
y era empujada a un abismo de mentiras,
mientras gozaba de tu espalda acariciar,
de cerrar mis ojos al sentir y oler,
mientras creía que me querías
y disfrutaba de que me pidieras volver...

Mientras eso sucedía
mi sentido de supervivencia efervescia,
deje de ser una necesidad implicita,
una mera revolución del ser.

Te necesito.
Como el virus al organismo biológico,
como el ritmo cardiaco venas libres,
como el hambre al gambustino...

Mientras una jauría de lobos lamía tu entrepierna,
mientras la luna aproximaba su brillo sublime,
mientras tu y yo no descansabamos,
después de los rituales incesantes,
hablando de paises lejanos,
de vidas aparte,
de sinsentidos opacos,
y la raíz de nuestros antepasados,
el color de tus ojos se nublaban de deseo,
y yo te amaba.

Mientras la soledad se impregna en mis huesos,
camino trotamundo,
en la sombra de mi felicidad,
incierta e involuntaria,
automota de las abejas y los corderos,
mientras mi sangre bullía por tu partida
mis parpados ya te extrañaban,
mientras la copa de tu exceso me venía bien
tu no hallabas el modo de dejarme arrinconada.

Lo que para mi era sexo y sentimiento,
mecanismo de guitarra, un solo nervio,
mis latidos mermelada
y mi piel masa moldeable,
tu no hallabas la hora de dejarme...

Mientras escuchaba tus mentiras,
iluminaba mi existencia con ensueños,
mientras susurros y canciones,
engañaban a mi sentido racional..
Y aqui estamos,
mirandonos,
y sin hacerlo realmente,
con una pelicula epica,
sentía que era la unica
la ultima
la especial...

Y mi ser se irrita,
se anima
se alimenta de tu espalda
se contamina de las más obsenas pretenciones
y los más avocados ofrecimientos.

Y quién te dijo que me llamo así...
no soy .... ni tampoco .....
tal vez una oportunidad para divertirse
o una moción para renunciar...

मुजेरेस एन कान्त्र दे ला फतालिदाद इम्पुएस्ता पोर एल रेगिमें दे ला फे





Me mandaron una cadena hace rato sobre bodas realizadad en Gaza para niñas. Esque me impacta la crudeza de las religiones, la fatalidad y la literalidad con que toman y emulan las palabras escritas por cientos de años... Este documental es estetico. Aunque quizá la actriz le falto un poco más de sumisión en sus palabras (es decir, es muy contemplativa, muy occidental la manera de expresarse) no dudo que las mujeres piensen, sienta, actuen bajo la coerción que ejerce sobre ellas la fé impuesta.

Independiente del caso. Disfrutenlo.

sábado, 21 de noviembre de 2009

No hay un corazón que valga la pena...

te esperaba con ansiedad. Mi cuerpo palpitaba y mis manos eran puro nervio. Sentía la gente bullir de aqui alla y sin embargo mi mente permanecía suspendida en la entrada probable de tu arribo. Ahi estoy. Con mi mejor vestido, maquillada como zorra y recien bañada, con ganas de querer impresionarte. Pero sigues sin estar aqui. Pienso y reviento en mil ideas que van desde el drama novelero hasta los sucesos más inoperantes. Cierro los ojos y me recargo en la pared. tatareo una canción. Y la canción no me distrae de ti. Mensaje nuevo: "No voy a llegar, nos vemos otro día". Me invade una mezcla de emociones: por un lado un ira irrascional, por el otro una decepción creciente y mordaz. Me estoy cansando de esforzarme. Nunca antes me había empeñado en estas madres, no con otro... me haces sentir tan inferior. Tan diminuta e insustancial. En fin, tomo mi orgullo y me lo trago. camino a la salida mientras siento un alfiler de miradas en la espalda. Quizá sea lo sucepctible que me siento ahora...

martes, 17 de noviembre de 2009

Sensibilizaciones

Podría ser, tu sabes, se dan casos...
Pero me alegra que vengas a visitarme a estas horas de la noche.
¿Por qué no? ¿acaso yo te negué la entrada a miexistencia?
Siempre fui flexible con las cosas más significativas:
el horror, la derrota, los desplantes de conformismo.
El placer esta en las pocas cosas.
Como tu piel, comotu espalda desnuda al frotar,
como sumergirse en elocéano de tu ser.
Errar, amarrarse.
Atarse a lascosas con un significado más conciso.
Pero tu y yo somos dos objetos tan hipócritas.
Mientras eres falso, errático y colmado,
yo soy enferma mental, puronervio sensible.
La cuestión es, tu sabes,
que a estas simplicidades hay que agregarles
que esperar aque las cosas
se confronten unas a otras tienen su recompensa.
Desvirtuar a la balanza, hacerla más subjetiva.
Te pareces a mis recuerdos marcados.
Eres poesía incauta y penas irremisibles.



Y entonces aparezco así.
Y el espejo me devuelve a una extraña.
No te entiendo, pero te deseo
En mi ser, en mi espacio,
para ser parte de mi religiosidad,
empecinada estoy en poseerte
en sumergirte en un camino sin retorno,
que te pierdas y olvides tus recuerdos
de todas aquellas que estuvieron antes que yo
Pero imposible.. no suy suficiente..
No soy aquella que tu esperas...
Y entonces me recobro, me libero,
pero no puedo, con el grillete en el tobillo,
y pienso en tus labios
en tu sexualidad expuesta
en mi jovial encanto por tenerte dentro..
Y entonces me dejas...
y así termino,
migajas y polvo,
una cuerda de güitarra...
sensible, iracunda...

lunes, 16 de noviembre de 2009

Poema para un Pervertido Público.

Pervertido dice:
muac!!!!!!!
escriibeme algo con esto:
hoy encontre sobre mi piel restos de ti, cenisas ardiendo
Yaqui Lennon DuBois dice:
Lo haré
Pervertido dice:
gracias...
Yaqui Lennon DuBois dijo (12:16 a.m.):
sucio
Yaqui Lennon DuBois dijo (12:17 a.m.):
la eche a perder...
te la mando de todos modos


Mientras mi sangre efervecia de una hilarante borrachera
Mi hilarante desventura te acaricia,
Mientas me desvelo en sed de tus delicias,
Me hundo sin calma, sin fe, en recóndita amnistía,
Mientras camino como un ser agonizante.
Susurro tus pechos y pienso que me olvidas,
Oculta entre mis labios y mi libido,
Mientras te busco y no te encuentro en mi entrepierna,
Descubro con júbilo, con la sorpresa enardecida,
Incontenible añoranza, maestra de la pasión,
Que hoy encontré sobre mi piel rastro de ti,
Cenizas de tu ser orgánico
De tu sangre palpitante
Cenizas ardiendo con tu nombre en cada átomo.


Te quiero amigo. Espero que te agrade y le agrade a tu novia.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Salvaje. (1a parte, inconclusa)

Simarie H. Ahablev fue a ver al médico artista Belba Shö-Azkaah, quien ejercía clandestinamente en una casa a pocos minutos de la rivera del Ganges. La mujer de Belba Shö-Azkaah recibió al visitante y sólo le informó que debía esperar. Simarie H. Ahablev tenía sed, y así esperó por cuarenta minutos en la opulenta sala de estár, de tapices persas y figurillas de cedro barnizado que representaban a las bestias mitológicas del Ishna-Rehven. Sinarie H. Ahablev pidió, una vez instalado en el consultorio del pintoresco galeno de canas desaliñadas y camisa empapada de sudor, que le injertara en lugar de su mano derecha, una garra de león bermejo. Belba Shö-Azkaah fijó el precio de la operación en 5500 piezas de oro, más el derecho pernada sobre el hijo que tendría la mujer de Sinarie H. Ahablev en un trimestre más, fuera éste mujer o varón, y habría de cumplir con esa porción del pago al cumplir el o la descendiente los doce años. El cirujano ofreció a su cliente una guantaleta disecada de la garra de un león, y Sinarie H. Ahablev se miró en el espejo de cuerpo entero con ella. Cubrió el borde tosco del guante con la manga de la camisa, y movió los dedos anchos rematados por las poderosas garras con arrogancia y una anticipada sensación de poder. Sinarie H. Ahablev firmó y pagó por anticipado 3000 piezas de oro que el contrato especificaba, más el documento de compraventa por tiempo efectivo en la reserva de Anjshii Shinamm, dónde habría de cazar al animal, en el transcurso de seis horas y media, tiempo máximo que los hombres de Belba Shö-Azkaah podían mantener distraídos a los guardias de la reserva mediante una operación que simulara una falla eléctrica, por lo que Sinarie H. Ahablev tendría que encontrar a su león bermejo en totales penumbras. Tal era el curso por el que llevaría a Sinarie H. Ahablev, su deseo por modificar su cuerpo moreno y correoso con esa nueva ingeniería salvaje, de modo que, la noche del cuatro de abril, armado con dos espadas Orbeau-Causijahe forjadas al acero, en una caldera calentada por la detonación del hergón, entró a la reserva de Anjshii Shinamm, provincia de Kali, en busca de su león bermejo. Sinarie H. Ahablev mojó sus ropas con la sangre de un innominati cabrío macho, y corrió entre la espesura negra. El deseo por el animal pronto lo condujo a un frenesí que, en aumento por las picaduras de los moscos Rakohov cuyo veneno es alucinógeno, lo llevaron a una demencia contemplativa, que disipó de sus ojos la ausencia de luz, y puso frente a él, como dos postulados grecos que se contraponen, al animal esplendoroso cuya melena rojiza se tragaba el viento y las estrellas. Como en un duelo pactado, la hembra furiosa, que no hambrienta, tomó para con el extranjero un rencor intenso, producto de la violencia que perfumaba el paraje, y arremetió contra su menudo adversario, hablando en lengua antigua el mantra de guerra del Sheiinäh Misaré: 'Hacia ti, que eres desde hoy y desde ayer y por siempre mi enemigo, declaro que no tengo más amor ni piedad. A ti, que eres desde hoy y desde ayer y por siempre un desalmado, te condeno. Hago de ti el peso, dinar a dinar, de una deuda sin razón de indulto, que has de pagar por entero con tu vida'. Los aceros de Sinarie H. Ahablev fueron cruzados, haciendo vértice en las puntas como dos truenos del cielo, y se clavaron en el estómago de Illia Zeghova, la leona bermeja, heredera de un reino más allá del mundo, y cazadora a su vez, en la noche más allá de todas las noches. El hombre extasiado no le perdonó la vida, pese a que sólo era una de sus garras la que debía cobrar. Un costo extra que sin duda Belba Shö-Azkaah reclamaría. Y que Sinarie H. Ahablev pagaría sin chistar, a saber de su demostración de supremacía de esa noche. Sacó de un movimiento las espadas del cuerpo tibio de la leona, y con la que sostenía en la mano derecha, le cortó la cabeza de tres fuertes tajadas. Sobrio, con pantalones y guayabera blancos y sombrero de palma, Sinarie H. Ahablev regresó a casa del médico con la pieza cercenada en una caja de orfebrería y plata. Belba Shö-Azkaah dió de comer y beber al hombre hipnotizado por su propia imagen alterada. Y a las once de la noche, luego de anestesiarlo con aceite de ébano, comenzó la operación. Cortó la mano humana, y seguro de sí, la arrojó en el cesto de los desechos. Unió los tendones de ambas partes, soldó con clavos los huesos, cosió venas y arterias con hilo de Rhöoste y sanó la herida. En la madrugada del siguiente día, se fue a dormir dejando a su paciente dormido. Y fue este quien al mediodía, se levantó por su propio pie, se vistió con el cambio de ropa que previno, y fue a pagar la segunda parte del adeudo. No quitó el vendaje hasta llegar a casa y encontrarse a solas. Ignoró la preocupación de su mujer y, a puerta cerrada, descubrió el nuevo miembro, cuya transición al brazo humano, era imperceptible, pues la obra del médico artista Belba Shö-Azkaah era perfecta. Pronto asimiló los nuevos manejos, mas le faltaba probar su fuerza recién adquirida, por lo que salió al patio y llamó a su perro, Ekeen, quien a primera instancia, no reconoció a quien era su cariñoso dueño. Sinarie H. Ahablev, escondiendo el antebrazo derecho en la espalda, acarició al perro con la mano izquierda y atrajo la cabeza del animal hacia su rostro para que lo lamiera, y cuando el perro hubo confiado plenamente en su amo, este lo tomó del cuello y con un esfuerzo apenas considerable, le hundió su garra en la piel y le quebró la medula espinal. El preció por la operación, pensó Sinarie H. Ahablev, era el justo. La sangre se esparcía por la manga de la camisa, por lo que la arremangó antes de entrar en la casa y se dirigirse al teléfono de la sala. Consultó el directorio telefónico y llamó a Kleptüs J. Deei, el retratista, para solicitarle que lo inmortalizara en un lienzo de gran tamaño, sentado a su silla real, de piel de bisonte y armazón de marfil, como Sinarie H. Reignatüs-Leus, que significa 'El que tiene por mano derecha, garra de león bermejo'. Así pues, Sinarie H. Reignatüs-Leus, posó por cinco semanas para Kleptüs J. Deei, el retratista, que luchó por denotar elegancia, porte y realeza en el ser aberrante frente a su caballete. Kleptüs J. Deei, el retratista tuvo que consultar la colección de pintura de los reyes antiguos de Connsea Fhien Dië, para copiar vestuario, joyería y peinado que suscitaran la viabilidad de abolengo en Sinarie H. Reignatüs-Leus, pero al fin y al cabo estuvo listo la mañana del primer día de agosto, fecha en que la esposa del engendro daría a luz. Sinarie H. Reignatüs-Leus despidió a la partera, y consoló a su mujer diciendo que nadie sino él debería ser quien recibiera a su primogénito. Puso a su mujer bajo el efecto de un somnifero, dejándola indefensa y dejándolo a él en completa libertad de espacio y tiempo para ejecutar el plan que había trazado en contra de Belba Shö-Azkaah. Desnudó por entero a su mujer, y la besó por última vez antes de alzar su garra y abrirle de un sólo golpe el vientre, matándola de inmediato, y sacar de entre la placenta destrozada a su hija, a quien bautizaría ungiendo con sangre de la palma de su garra de león bermejo como Boris Klaufmée.











Un circulo de misterio y fascinación rodeo el cuerpo. Ella estaba ahi, semidesnuda, con los
Nos encontrabamos reunidos a la misma hora de siempre. El silencio no era forzado, pero era una regla impuesta de manera gradual. Sentíamos que se escapaba algo del equilibrio tan magnificamente construido. Gozabamos de una perfecta sincronía. Una atmosfera de triste paz. Entonces "X" lo rompío de manera inesperada. Su voz era musical, modulada, coherente. Ninguna palabra tenía trazas de inútilezas.

"La lección será aprendida" Y sonrio. Era hermosa.

Sin duda, el impacto de ver esos sensuales lábios teñdos de carmín. Lo que ocurrío es aún difuso.

-Qué sucedio... -Preguntó el mp.

La máquina

Cogió el último diario del estante. Atrapó al insecto con la vista, en un cálculo mental que hubiera dado un resultado correcto.

Apresuró la botella de cerveza oscura, y llamó al mesero para pedir la cuenta. Pagó con el único billete de denominación aceptada en esa tierra. Compró, además, cigarrillos sueltos. Salió rumbo a la estación de trenes. Se buscó en el bolso el boleto de tercera clase a St. Rémy de Provence. El viento que corría a través de una rendija del ventanal del vagón le azotaba unos cabellos en la cara, la mantuvo despierta la primera hora del trayecto. Luego durmió, luego creció y cambió de edad. Cambió de estación y de color de cabello. Al descender, ese febrero caluroso, lo hizo con una piel blanca de metal. Preguntó al oficial por el hotel Les Mas Des Carassins, y este no comprendió el idioma binominal y lo fastidió la voz deformada. Corrió al sanitario, atacado por fuertes espasmos, para vomitar. Ella esperó, contuvo el aire y tradujo sus pensamientos al idioma que conocía, pero las palabras, pese a la concordancia, no eran del francés. Era lenguaje de máquina. Y ella era una máquina blanca que se le figuraba un refrigerador. Conservaba todavía rasgos de las caderas y los senos. Cierta ondulación en el cabello que se enredaba en un inmenso cablerío. Pero a medida de los segundos, se transformaba más y más en máquina.

Indagaba sobre su funcionamiento, mientras avanzaba pesadamente hacía la salida para tomar un taxi. Buscaba inutilmente su cartera y su dinero. Su procesador, mediante el módulo de estadísticas le rindió el informe: Era una maquina para recordar.

Su travesía hacia la puerta principal de la estación terminó cuando su pesada ingeniería le impidió dar un paso más. recargada junto a un expendedor de camaras fotográficas. En fila con un número interminable de maquinas públicas y teléfonos y tragamonedas. Ahí perdió en unas horas su última cualidad humana. La boca le supo a hierro, y se cerró hasta ser sólo una ranura delgada donde cabían tarjetas de crédito. Esa noche tuvo su primer usario. Una viajante que olvidó dónde había dejado una de sus valijas. Sintió deslizar la tarjeta a través de su garganta. En su cabeza, un millón de datos ajenos y desconocidos llovieron detrás de sus ojos durante esos segundos. El dolor inmenso aumentaba, buscando un raudal por donde fluír. Sentía la necesidad de orinar, y en una reminicencia humana, se contuvo. Sintió un golpe en su frente. La viajante, enfurecida por la tardanza, dió un manotazo en su monitor. Y la máquina, por acto reflejo, obtuvo el dato y lo plasmó en la pequeña carátula con números rojos que cubría sus antiguos ojos: Aprobada.

La mujer tecleó la pregunta nerviosa y con faltas de ortografía, y, como algo que supiera desde siempre, la maquiná contestó. La mujer retiró la tarjeta; sintió que le arrancaban de tajo las palabras. No cabían formalismos en el método de su funcionamiento.

Uno tras otro, los olvidadizos usuarios preguntaban cualquier clase de inquietudes. Ir y venir de tarjetas de crédito. Consultas a la banca central. Recuerdos sin importancia; de hace una hora y de hace treinta años.

Más golpes sobre el monitor. Fallas eléctricas. Vasos desechables de café vaciós sobre su cubierta cada día más llena de polvo. Noches, fechas y rostros que se convertían en una inmensa base de datos que la engordaba como el azúcar de mil croisants diarios. El historial de recuerdos en un sistema incomprensible, sin sentimentalismos, clientes indiferentes, servicio inmediato. Eso sucede: la eficiencia hace que nadie observe hasta que se otorga un mal funcionamiento.

Llegó la temporada baja de turismo. Habían pasado diez meses, y la máquina, sin mantenimiento, con el teclado casi desbaratado, la pantalla rayada y la pintura deteriorada por el óxido, presentó la falla que haría que al fin fuera tomada en cuenta por un especialista. El técnico abrió la pesada pieza. Revisó la tarjeta madre principal, fulminada por completo. Revisó en el disco duro el origen del error. Lo escribió en su block para reportarla a la fábrica como unidad irrecuperable: Error en el protocolo inicial al escanear el siguiente recuerdo:

'Leman, Alejandra'_"¿Porqué he venido a St. Rémy?".

Carta: Una sublime contradicción

Hoy llueve en mi cabeza. Son las últimas notas de una canción insaciable y pretenciosa. Al fondo se deja ver un horizonte ilustre y auto-critico.... pero a estas alturas, ¡carajo! ya no espero nada.

Atacando a la fosilización, a tu ausencia, a la pérdida de talento y una quejumbre de teatro, leyendo en mi frente la penuria, el último suplico al redentor, alegando los cinco minutos de simpatía, a mi entrega periplanar para apartarme del bullicio.

Aquí ando, terrestre e incomprendida, con los ojos derramando vestigios de tertulias de mi socarrona autonomía. Y me pregunto mil veces ¿como estas? ¿Cómo se encuentran tus colores? ¿por qué pensarte me da tanta alegría?

Siempre fuimos mezquinos y mundanos en los azares del amor, incluso con el tiempo compartido, lo despilfarramos de manera abominable y perdimos ya el momento de volver a vernos con confianza, ahora pago un precio oneroso... no placentero...terriblemente suicida…

Y después de todo, de pensar en tanta mierda, de esforzarse por no parecer desesperado, de vivir al día sin pensar en ti y en tu ausencia, de creer que esta separación vale la pena, ya sea con una trova barata y sonidos mortuorios. Y Silvio ya no canta.

¿Te gustan las esferas? ¡son tan extrañas! La forma perfecta de la materia, del equilibrio, desafiando a la entalpía, multicolores ilusiones que eluden a mi alma. Me gustaría tanto traerte la cabeza, pero no soy suficiente para ti…

¡¡¡Saludos!!!

Por cierto, por si lo preguntas, me encuentro de lujo... ¿A poco no se nota?

¿Donde ha quedado la ilusión? ¿y la mirada de la cual te enamoraste? ¿y mi sublime terquedad por qué ya no respira?

Te amaba en la inmensidad de mi espacio, en los deliciosos frutos de mi misma, los estragos de tu querer se hallan borrados, robándome aventuras y me destrozan poco a poco en un mar de silencios imprecisos... ¿pero que más da? yo pierdo dignidad, y los destrozos esta matándome. Te regalo mis tristezas (es lo único que poseo ahora), además es mi reliquia más preciada, la única que siempre ha sido constante, la que no me queda mal nunca.

Y quisiera decirte siempre: Ya no trabajes. Vive de mi cuerpo. Si tienes hambre, arrancame la piel y si de sed se trata, sáciala con mi sudor -y en caso de ser beligerante, termina con mis fluidos sanguíneos-. Mis lágrimas han llenado mares e inundado poblados. ¿por qué no habrían de complacerte a ti, o mi vencedor agotado, guerrero en mil estrofas?

A nuestras nociones compartidas, a los desastres iracundos, a las palabras nunca dichas, al desazón de tus sigilos, a la muerte y a su farsa, a las lágrimas clandestinas, a la justicia tan inocua, a la gracia del aliento, al tiempo pendenciero, a nuestra luna caprichosa, a los reversos indecentes, al adiós y a su sequito, a tu rabia y tu nostalgia, al aluvión de los estoicos ritmos, a la ciénaga de tu humanismo, al reflejo de tu espalda, al sigilo de tu esencia, al compás de tu albedrío, a la locura de tu averno, a la saciedad que jamás compartimos, a nuestros gritos jocosos, al entendimiento que nos roba la ultima lagrima a la yugular, a las risas y al espanto, a la ligereza de tus chistes -horribles, jeje- a la tiranía de tu indiferencia, a la prosa de tu alma infiel y venturosa...


Te mando dos gotas de sudor, un manto del angora, cielos lucidos que envenenan al oído. Te quiero “Mares”.


Atentamente tu señora (in)fiel: la señora Yaqui Mares.

Un nuevo comienzo...

He tomado un rumbo por el camino insospechado de la levedad que desemboca en agonia, y entonces el andar se vuelve pesado, la herida supura...
Y entonces llegan las preguntas lógicas, las que uno se formula espernado encontrar mejores resultados:
¿para qué es la nociòn de lo que vivo?
¿hacia donde va mi unica tristeza, la confusión que se esconden en una tertulia mental, que me impide perderme en la fisica de las cosas inmorales?
Herida ando y sin tregua, con una mesura hacia los llanos pendencieros, y me bebo tu recuerdo y pienso, siempre, en cuyo iluso sentimiento abarca la importancia de lo escribo y lo que soy, lo que me dedica tu desvelo, tu imperfecto pensamiento.
Oculta entre la cobardía, en un sagrado impedimento, en un rudimentario mecanismo de defensa, oportuno a veces, que me aisla de la gente que persigue con sus mundos un momento de dicha y paz. y sus vidas con la mía perpendiculares. Mi camino siempre ha sido más doloroso porque así lo he escojo. La suerte y el azar que me condena, que me duele, con la prercepciòn analoga de una perfeccion minimalista.

Oscuro reptil son mis ideas, caravana de ilusiones en un mismo soneto, atenta terquedad fantasiosa, en cuyo terrible ebozo derrama la ultima de las conquistas. Y la lucha cansa, derrota, me impide ser más fuerte, y mi busqueda retardada y su espera reservada, la salida desesperada es el tren de las cinco treinta con destino a marruecos parada a cenar en al-buhur. Y mi dolor flajela, y extermina... me siento tan cansada, te lo juro.

No es el tiempo el que destruye mi escencia, es la noche caprichosa y aburrida que se hace eterna al sonar de los minutos, y mis sensaciones cobardes que emiten sonidos huecos, lineas convexas, lejanas arrogancias.

Y mi sueño no es acompañado de alabastos y torres de mafil, juega a ser acabose vespertino, rudo y beligerante, oculto en su propio color que atrapa la luz, y la vomita entorpecido.

Y mi olor a sangre, apesta, ebulle un halito de siniestra mescolanza entre las texturas y las alquimias procedentes.

Y me levanto, y me acuesto y me entrego al sentimiento de una nueva nociòn.

Nunca he estado en peor momento, porque hoy el deseo muere, y la libertad de torna una lejana opción entre mis deseos, y me vuelvo vieja, marchita, mis ideales se confunden con los temores, con las limitaciones personales, con la indecisión de tirar todo a la basura o con la certeza de que nadie me quiere,

Y todo se vuelca en la locura y la esperanza...la que nunca he concebido...





Epilogo

Tendria que enfadarme ante la sola idea de perderte, mi inutil soledad. Siempre fuiste la constancia de mi elite existencialista y de mi holgura alentadora. Pero siempre pense que los dices y diretes de la locuaz ligereza de tu escencia. Hoy por hoy... ni tu me perteneces.

...Y MirandoInquisitivamenteAEseMonstruoLlamado Nietzche, Exclame:"¿QuéMeVesGüey,SoyOMeParezco?"